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PUNTO 2: Cine Rialto

1935. Se alza en el número 7 de la Plaza de Emilio Castelar un nuevo edificio. Proyectado por Cayetano Borso di Caminati, el edificio es construido por encargo de Vicente Lassala. Su finalidad: centro de espectáculos en el mismo corazón de Valencia. Se trata del edificio Rialto. Construido a mediados de la convulsa década de los 30 sobre una parcela sobrante donde terminaba de alzarse el imponente edificio del Ateneo Mercantil de Valencia, el edificio fue diseñado con los últimos avances técnicos de la arquitectura.

El edificio diseñado por Borso es una muestra de estilo racionalistas con destacadas muestras de art déco en muchos de sus elementos decorativos. El Rialto impuso en la ciudad un nuevo estilo de modernidad, el concepto de agrupar ofertas de ocio de forma integral, lo que fue su mayor novedad. El edificio albergaba en su interior sus de sus seis pisos un aprovechado y racional uso del espacio.

La sala de proyecciones de cine, de concepción y formas distintas a las habituales impuestas por el irregular espacio donde estaba instalada, obligaban a distribuir al público en cuatro plantas distintas, todas ellas comunicadas por un ascensor, a fin de facilitar el necesario confort. La decoración la dirigió Julián Ferrer, que ya había decorado con anterioridad el cine Capitol de Madrid.

Complementaban la instalación del cinematógrafo un restaurante, una terraza de verano, una cafetería, una sala de fiestas en el sótano, además de una completa dotación de servicios. Es de destacar la instalación de una enfermería, asistida durante todas las sesiones de cine por un practicante (hoy sería por un enfermerx).

El cine Rialto fue inaugurado en 1936 con la película Sombrero de copa, de Mark Sandrich (1935). En ella, sus protagonistas, Fred Astaire y Ginger Rogers, interpretaban una serie de bailes en un escenario en perfecta armonía déco con la decoración de la misma sala de proyección; el afortunado público que siguió este acontecimiento rompió en un cerrado aplauso que duró varios minutos.

Pero las ilusiones puestas en el negocio fracasaron imprevisiblemente con el estallido de la Guerra Civil. La producción cinematográfica de hunde por completo pues apenas llegaban títulos del extranjero y la producción de películas españolas no era espectacular. Sin embargo, con el establecimiento de la República en Valencia, el Rialto vivió una cierta ventaja por su buena situación y su re-inauguración, que lo hicieron mantenerse de nuevo en un lugar destacado. Resurgieron de los estragos de la guerra promocionando la sala a través de ciertos acontecimientos relacionados con la cinematografía en Valencia: certámenes, colaboraciones con Radio Mediterráneo Valencia y el arrendamiento a la Compañía Industrial del Filme Español S.A. (CIFESA).

El Rialto de los años 40 se fue sofistificando en su programación, complementándola con noticieros de actualidad que lograban llenar el aforo de la sala cada semana. Además, disponía de dos proyectores de la marca Western Electric. Su equipo de amplificación de sonido reunía las mejores condiciones ya que la especial distribución del público de la sala obligaba a cuidar la reproducción sonora con rigor. Su aforo total era de 1.318 localidades, distribuidos de esta particular forma: 350 asientos de mirador, 118 asientos delanteros, 592 butacas en la platea y 258 butacas de club, ésta era la oferta que a diario se ofrecía en la taquilla.

Tras un período de altibajos para el edificio y varios traspasos, en 1985 el Rialto fue adquirido por la Generalitat Valenciana para instalar en él la sede del IVAECM (Instituto Valenciano de Artes Escénicas, Cinematográficas y Música). Las remodelaciones para adecuar este lugar a su nuevo cometido duraron hasta el año 1988. Todo fue diseñado siguiendo los orígenes racionalistas y art déco. Con esmerada restauración se vuelve a abrir al público la cafetería que aún ocupa la planta baja del edificio acompañando al vestíbulo. El sótano del edificio se rehabilitó como music hall, aunque su uso es polivalente: allí se presentan libros, ruedas de prensa, inauguraciones, entre otras cosas.

Disuelto el IVAECM se privatizó la sala, pero su bajo rendimiento provocó su cierre. Tras otros episodios y con el impulso del cineasta valenciano Ricardo Muñoz Suay, el Rialto se convirtió en la sede de la Filmoteca de la Generalitat Valenciana. En él se abre la sala de proyección, bautizada como sala Juan Piqueras (periodista y crítico cinematográfico valenciano tristemente desaparecido) y los diferentes servicios derivados de las actividades de la Filmoteca valenciana: archivos, documentación y biblioteca.

Después de veinte años, en el 2009, se efectuaron algunas reformas que incluyeron la supresión de la sala Moratín y la ampliación de la dedicada al cine, así como mejoras técnicas en la nueva cabina de proyección, ahora dotada de equipos más modernos de sistema digital. La sala de cine de la Filmoteca cambió su nombre y pasó a llamarse sala Luís García Berlanga.

Al fallecimiento de su promotor, la Filmoteca de la Generalitat Valenciana pasó a ser el IVAC / Instituto Valenciano del Audiovisual y Cinematografía Ricardo Muñoz Suay.

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